Él…

Cuando los abrió, una amplia sonrisa iluminó su cara, era la primera vez que la veía así, tal cual, y le pareció la sonrisa más bonita del mundo. Levantó su mirada y lo encontró a él, quien sino él…
Llevaba 2 días soñando con ese momento, y se sintió tan agradecida de volver a verle, que creía que no se podía ser más feliz. Estaba segura de que no había ser más afortunado en toda la faz de la tierra.
Sin duda se estaba volviendo loca, pero estaba convencida de que la noche en vela anterior, había merecido la pena.
Ahí estaba mirándole, con todos esos pensamientos agolpándose en su cabeza, y con el corazón latiéndole tan deprisa que estaba segura que de seguir así, pronto iba a parar de golpe, ya que no aguantaría mucho más ese ritmo.
Examinó su rostro en busca de algo que la molestara, algo que no le gustase de él, pero no halló nada.
Se dio cuenta de que así, mirándole, podía pasar horas y horas…
De repente, algo la hizo despertar de su ensimismamiento y se giró a su alrededor, pero no había absolutamente nada, excepto él.
Miró hacia su mano, y se dio cuenta de lo que la había hecho reaccionar, ¡Le había agarrado la mano! Notó como sus piernas temblaban de la emoción, como miles de mariposas volaban por su estomago, esas de las que tanto había oído hablar, y de las que nunca había creído ni media palabra.
Todo comenzó a verse borroso, él le soltó suavemente la mano y su figura comenzó a disolverse…
Quería estar más tiempo con él, le buscó entre la niebla, una niebla densa que había aparecido de la nada, pero no le encontró.
La desesperación más profunda se apoderó de su cuerpo, ¡No, por favor, no te vayas! Decía una y otra vez… ¡Aún no!... ¡Ni siquiera sé cómo te llamas! pero ya no estaba…

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