Frío..

Cuando volvió a pasar por la calle, esta vez en la realidad, un escalofrío le recorrió la espalda y una sensación de haber vivido antes esa situación la embargaba por completo. De repente, se paró en seco al divisar una pastelería…fue entonces cuando empezó a recordar vagamente el sueño… ahí estaba la pastelería que tanto la había asombrado encontrar. Se acordó de la persona que la miraba fijamente, por la estructura del cuerpo intuía que era un hombre, sin embargo no llegó a verle la cara, por el dichoso sol, que la deslumbraba. Se puso a mirar al sitio donde ella lo recordaba, pero ahí no había nadie. Se asombró al verse inmersa en el sueño y pensó “menuda tonta estoy hecha”.
Paula era una mujer joven de 23 años, siempre había sido valiente, madura, independiente y muy involucrada en su trabajo, tardona por naturaleza y pese a tener los pies bastante plantados en la tierra tenía una parte de soñadora y de romántica. Vivía sola en un piso de alquiler del centro. Pequeño y soleado, pero ¿para qué quería más?
El día transcurrió con normalidad, volvió a llegar tarde a la oficina, comió una hamburguesa en el bar de la esquina, trabajó hasta las tantas y por fin llegó a su casa.
Cansada de todo y de todos se dispuso a acostarse… y cayó tan rendida en la cama que, segundos después, se encontraba profundamente dormida.
Esta vez sí tenía frío, mucho frío, tanto que sentía como le traspasaba hasta los huesos… mirara donde mirase no veía nada… no veía a nadie.
Pensó que era mejor no parar quieta si no, moriría helada. Empezó a buscar por todos lados no sabía lo que buscaba, ni a quién buscaba, pero era imposible dejar de buscar… esta vez no estaba cómoda… se sentía desesperada, triste… nunca le había gustado el frío, ni el invierno. Empezó a nevar, la nieve se acumulaba a su paso, cada vez parecía caer con más intensidad hasta que hubo un momento, en plena ventisca, que cesó de nevar por completo.
Se despertó tiritando y vio la ventana de su habitación abierta de par en par. Dichoso cierre… cada vez iba peor…
Eran las tres de la mañana y no tardó nada en volverse a quedar dormida.

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