Morfeo…

Estaba totalmente desencajada al no encontrarle en su lugar habitual, y si había desaparecido, y si ya no volvía a verle…
De repente notó de espaldas como alguien le golpeaba suavemente en el hombro para llamar su atención.
Se volvió y le encontró, tan perfecto e imperturbable como siempre, luciendo una enorme sonrisa que campaba a sus anchas por la parte inferior de su cara.
Te he echado de menos… escuchó. Tardo varios minutos en reaccionar y en comprender que la voz procedía de él… Una voz grave pero deliciosamente dulce, la voz que tanto tiempo llegaba esperando oír, sin embargo estaba sorprendida porque no le había quitado la mirada de la cara y no le había visto mover un solo musculo de la cara o abrir la boca… por lo cual no entendía como lo había hecho. Pero de nuevo volvió a interrumpir sus pensamientos esa misteriosa voz…
Me encantaría saber tu nombre…
Finalmente estaba loca, su cabeza estaba inventando la voz ya que él no le dirigía la palabra, sí debía de ser eso, pero ¿Y si podía comunicarse con la mirada? ¿Y si no les hacía falta hablar para entenderse? Y de ser así… ¿Como le respondía? Locura, era todo una locura, locura era él, loca estaba ella, ¿Qué más da continuar la locura? Si esa locura le hacía feliz.
Pensó la respuesta a su petición y deseó con todas sus fuerzas que le escuchara.
¿Paula?... Bonito nombre, acorde contigo, pequeña de apariencia pero fuerte y grande realmente. El mío es Morfeo, según los griegos el dios del sueño, y sí, algo de soñador sí que tengo…
Era el dios de sus sueños eso sin ninguna duda asique ella sí que encontraba acorde su nombre, su voz resultaba música para sus oídos. Mientras se seguían mirando fijamente recorriendo sendas caras con meticuloso detenimiento.
Quería decirte que queda poco para que nos volvamos a ver, para que por fin nos encontremos…
Aún no había terminado la frase cuando notó como se distorsionaba poco a poco hasta que una vez más, le perdió y volvió a la realidad.
¿Qué habría querido decir con eso de que quedaba poco tiempo para que se encontrasen? Esa frase retumbaba en su cabeza una y otra vez…
Aunque bueno… no tenía sentido pero tampoco tenía por qué tenerlo ¡Era un sueño!
Se lo repitió a sí misma varias veces para ver si le entraba de una vez por todas en esa cabezota tan fantasiosa que tenía…
La fiebre empezó a menguar y el malestar fue cediendo parecía que lo malo de la enfermedad ya había pasado.

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